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lunes, 20 de septiembre de 2010

La caida de Aquisgran

La batalla de Aquisgrán fue una de las batallas de la Segunda Guerra Mundial, con una duración de seis semanas hasta el 21 de octubre de 1944, en la ciudad alemana de Aquisgrán (en alemán Aachen, y en francés Aix-la-Chapelle).

El 16 de septiembre de 1944, las tropas estadounidenses llegaron ante la ciudad de Aquisgrán, en la que vivían todavía aproximadamente unos 20.000 civiles (frente a unos 160.000 a principios de la guerra, en 1939), y que estaba fuertemente defendida por 5.000 soldados alemanes al mando del Oberst (coronel) Gerhard Wilck.

Durante la noche del 1 al 2 de octubre, la artillería estadounidense bombardeó la ciudad, y al alba el I Ejército de los Estados Unidos (al mando del general Hodges) rompió la línea Sigfrido.
Antes del ataque, once batallones de artillería y una compañía de morteros químicos de 4,2 pulgadas realizaron un bombardeo de saturación del objetivo durante una hora. Al anochecer, una compañía de carros medios apoyó el avance de la Infantería por la pequeña localidad.

Los ataques norteamericanos habían recluido a las fuerzas alemanas en un frente de menos de diez kilómetros. Presionado en dos sectores del mismo, el General Wilck no era capaz de encontrar suficientes tropas para llevar a cabo un contraataque. En cuarenta y ocho horas, el 18 Regimiento estadounidense alcanzaba sus objetivos y el 10 de octubre tomaba Haaren, barrio de las afueras de Aachen, cortando una de las dos vías principales de aprovisionamiento de la ciudad.

Ese mismo día, los aliados enviaban un ultimátum al comandante de la guarnición alemana en Aachen. Si no se aceptaba la rendición incondicional en veinticuatro horas, los norteamericanos «pulverizarían la ciudad con bombardeos artilleros y aéreos, para después ocurparla casa por casa con sus fuerzas terrestres».

Tropas del 26 Regimiento de Infantería tomaron posiciones para iniciar el ataque contra la impresionante jungla de fábricas que se extendía entre Haaren y el centro urbano de la ciudad.

Sin embargo, el mensaje coincidía con la llegada de los primeros refuerzos germanos, la 3º División de Panzer granaderos y la 116 División Panzer. Expirado el ultimátum, el 26 regimiento iniciaba el asalto a la ciudad, al tiempo que los alemanes por medio de diez carros Tiger montaban un feroz, pero baldío contraataque en los alrededores de Verlaustenheide.

La llegada del 48 Grupo de Cazas P-27 norteamericano coincidió con la apertura del fuego artillero, lo que decidió a los alemanes a abandonar su reducida ofensiva.

 A pesar de los intentos de diversas unidades Panzer, los estadounidenses lograron mantener abierta la brecha y, tras varios días de violentos combates, los alemanes se vieron rodeados por tropas aliadas. La guarnición rechazó la rendición y lanzó un contraataque para intentar romper el cerco formado por los estadounidenses, pero el intento fracasó.

En efecto, Aquisgrán es una ciudad simbólica en la Historia de Alemania y se trataba igualmente de la primera gran ciudad en territorio alemán alcanzada por los aliados en el frente occidental; todo ello llevó a Hitler a ordenar su defensa a cualquier precio. El mando estadounidense decidió entonces contentarse con el asedio de la ciudad y de su aislamiento de las vías de aprovisionamiento y comunicación.

Pero el IX Ejército de los Estados Unidos, desplegado al norte y al sur de la ciudad, consideraba que la bolsa podía suponer una amenaza, y el mando decidió la conquista inmediata de la ciudad. Los estadounidenses tuvieron entonces que enfrentarse al enemigo en combates callejeros encarnizados, que otorgaban la ventaja a los alemanes que estaban en su terreno y conocían bien el lugar. Durante la fase más difícil de la batalla, los estadounidenses desplegaron en la ciudad el 2º y el 3º Batallón del 26º Regimiento de Infantería, así como el 745º Batallón Blindado, al tiempo que la 30ª División atacaba Aquisgrán por el norte. Pero tras sólo unos pocos días, esta división había sufrido ya más de 2.000 bajas, por lo que la 29ª División fue enviada como refuerzo.
mapa de la zona de Aachen
La conquista de Aachen fue asignada al general Huebner, con su 1 División, una fuerza numéricamente inferior a la reunida para su defensa por el general Wilck, que contaba con 5.000 hombres al efecto. Sin embargo, la superioridad en armas, artillería y aviación aliada era incontestable. De ahí que para los norteamericanos la captura de la ciudad significara un objetivo que debía ganarse con el menor coste posible de tiempo y bajas.

Poco antes de expirar el ultimátum, el 11 de octubre, aviones P-38 y P-47 del IX Mando Táctico iniciaban el asalto, que pronto sería apoyado por fuego artillero. Los bombardeos continuaron durante el día siguiente, hasta que en la mañana del 13, el 3 Batallón del coronel Corley se aproximó a la colina del Observatorio y el 2 Batallón del coronel Daniel intentaba abrirse paso hacia el corazón de la ciudad.

Dividió sus fuerzas en pequeños grupos de asalto, cubiertos con un carro de combate. Cada casa constituía un peligroso objetivo para sus hombres. Para mantener el contacto entre sus unidades, Daniel designaba todos los días una serie de puntos de reunión en los principales cruces de calles y edificios significativos. Ningún grupo avanzaba sin haber establecido contacto con la unidad adyacente. A cada compañía se le asignó un sector de avance y, dentro de ella, a cada pelotón le correspondía una calle.

Por su parte, el batallón del coronel Corley, en su aproximación al Observatorio, halló también una durísima resistencia. Ante la amenaza que representaban para sus carros los temibles antitanque alemanes Panzerfaust y su escasa potencia de fuego, Corley decidió emplear cañones autopropulsados de 155 mm, cuyos proyectiles prácticamente demolían un edificio.


El día 15, los hombres del 3 Batallón alcanzaban la base de la colina del Observatorio, a la parque el general Huebner decidía frenar la ofensiva veinticuatro horas para reorganizar sus tropas. Una pausa que sirvió a los alemanes para recibir nuevos refuerzos.

Tanto los hombres de Corley como los de Daniel reanudaron sus ataques con éxito el día 17, ocupando puntos capitales de la ciudad; Lousberg, Slavatorberg, Kurhaus y el parque Farwick.

La tarde del 19 de octubre, Wilck redactaba la siguiente orden: «Los defensores de Aachen deben prepararse para librar su última batalla.

Concentrada en el menor espacio posible, lucharemos hasta el último hombre, hasta la última gota de combustible y hasta que disparemos la última bala, según las ordenes dictadas por el führer.

En los momentos mas duros es cuando se demuestra el valor individual. Espero que cada hombre sepa defender la ciudad imperial de Aachen hasta el final por el honor de nuestra patria y nuestra bandera. Os pido valor y determinación.

Larga vida al Führer.»

El llamamiento significaba que los comandantes alemanes habían decidido abandonar a los defensores a su suerte.

El 21 de octubre, el batallón del coronel Corley se aproximó a un gran «bunker» situado en un aeródromo al norte de la calle Lousberg, el lugar escogido por Wilck para plantear su última batalla. Los autopropulsados de 155 mm abrieron fuego contra el Cuartel General germano.


A los pocos minutos, dos soldados alemanes que portaban banderas blancas fueron abatidos por fusileros norteamericanos.

Entre la treintena de prisioneros estadounidenses que retenían los defensores se ofrecieron voluntarios para salir como parlamentarios el sargento Padgett y el corresponsal de guerra Haswell.

Una vez en la calle empezaron a caminar para reunirse con el jefe de la compañía más próxima. Tras ellos, apuntandoles con sus pistolas, salieron dos oficiales alemanes. El mensaje transmitido fue claro: «El general Wilck y su Estado Mayor estaban dispuestos a rendirse».

En el Cuartel General del coronel Corley, su ayudante el comandante George Tailor aceptaba la capitulación de las fuerzas germanas, a las doce del mediodía del 21 de octubre.

Sin embargo, al haberse roto las comunicaciones entre las unidades de Wilck, solo 500 de sus hombres conocieron a su debido momento el acto de rendición. Hasta el anochecer, tropas estadounidenses patrullaron por toda la ciudad, haciendo prisioneros un total de 1.200 soldados alemanes.


De Dioramas Febrero 2010 Dioramas Artesanos JGM

Era el final de una defensa suicida y de unos horribles combates urbanos protagonizados durante trece interminables días, en Aquisgrán, la capital del Imperio carolingio.


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